Si hay una cosa que me gusta mucho, pero que mucho, es cuando veo a mi mamá humana coger el cepillo porque sé que toca cepillado y es un momento en el que me relajo al máximo, vamos que es mi momento zen del día. Como sabréis para los pomeranias nuestro pelo es nuestra seña de identidad y nos gusta lucirlo al máximo, sobre todo, porque somos unos coquetos de mucho cuidado o ¿habéis visto alguna vez un pomerania que no ande sacando pecho y moviendo el culete como si caminase por una pasarela de moda? Por ello, el cuidado de nuestro pelo es algo fundamental para nosotros.
De ahí, que sea básico, que desde pequeños nos enseñen que el cepillado no es algo malo o que nos va a hacer daño, para evitar tensiones y malos rollos, sino que es algo relajante y un momento que, al igual que puede ser jugar a la pelota, sirve para unir a dueño y perro, puesto que es como si fuera un momento íntimo de los dos. En mi caso, primero me tumbo estirado sobre un costado y después, cuando ya ha terminado de cepillarme ese lado, me cambio al otro, para que me acicale la otra parte.
Para el cepillado básico del pomerania es vital usar un hidratante (yo utilizo el bifásico H 270 de la línea Atami de LV San Bernard), más que nada porque así se evitará de que se rompa nuestro pelo mientras lo cepillan. Además, utilizaremos un peine metálico (nos ayudará a desenredar) y un cepillo de mantequilla de púas largas (sin bolitas). Habrá que ir cepillando a capas para llegar hasta el fondo y desenredar al máximo. Cuando lleguéis a un nudo, no tratéis de desenredarlo en seco, empaparlo un poco con el hidratante para intentar soltarlo primero con los dedos de las manos y luego pasarle el cepillo. La opción de cortar el nudo tiene que evitarse al máximo.
Espero que mi experiencia os haya ayudado y si queréis comentar qué hacéis vosotros o qué productos usáis podéis comentarlo y, así, entre todos aprender al máximo sobre los pomeranias.
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